Los libros más curiosos de
la historia, se encuentran en la Biblioteca de Michigan. Hoy nos referiremos a cuatro de los que son
considerados letales.
El primero de ellos por ser
fuente directa de inspiración para cometer atroces crímenes, hecho que ha sido
corroborado con la confesión de un sicópata asesino. El libro en cuestión es El
Coleccionista de Jhon Fowles, cuya trama desarrolla la historia de un psicópata
quien decide secuestrar a una joven solo por el placer de hacerlo, secuestrada
la mujer es escondida en una alejada cabaña en medio del bosque para poder realizar con ella experimentos de tortura y vejámenes con el fin de añadirla
a una extraña colección de libros que poseía. El peligro de esta obra literaria
se manifiesta cuando llega al lector equivocado, tal es el caso de homicidas.
El Necromicón ocupa un sitio
en la citada biblioteca , porque fue ideado por el famoso maestro
estadounidense de la ciencia ficción H.H. Lovecraft, alrededor del año 1700,
contienen sus páginas infinidad de invocaciones demoníacas, ritos satánicos e
instrucciones malignas, los cuales —según opinión de expertos—, pueden llegar a ser poderosos en manos
equivocadas. Se dice que podría influir en la destrucción de la humanidad. El
nombre de este libro “mágico” fue mencionado por primera vez en el año 1921 en el cuento The hound (El
sabueso). Se cree que su autor fue el árabe Abdul Alhazred reconocido como “el
árabe loco”.
Finalmente tenemos a dos
casos muy particulares, el libro Sombras de los Muros de la Muerte de (Shadows
from the Walls of Death ) escrito en 1874 y cuyo autor es el galeno estadounidense
Robert Kedzie y el segundo, fue elaborado
por un estudiante que investigó acerca de los efectos negativos del arsénico en
los seres humanos.
El estudiante en cuestión se
basó en el papel tapiz para decorar casas considerado el causante de que varias personas
enfermaran y hasta murieran. Para confirmar su teoría recolectó muestras del
papel tapiz que se creía contaminado, con ellas armó un libro bellos por los
diseños del tapiz, pero mortal al contacto con las personas El libro se
encuentra bajo llave y sus páginas debidamente en capsuladas.
Con relación al médico Kedzie, cuando se le preguntó por qué
había escrito y armado un libro mortal,
la respuesta fue: “para salvar vidas”
La respuesta de suyo, tan
contradictoria amerita que conozcamos parte de esa peculiar historia:
A mediados del siglo XIX el
papel pintado era muy popular en los hogares de toda Norteamérica. , Kedzie, trabajaba
para dentro del sistema de sanidad y un buen día se percató del grave problema
de salud a su alrededor del que poca gente era consciente. Y es que en esa
época uno de los ingredientes para preparar y conseguir un buen secado de la
pintura para destacar su peculiar color
verde, no era otro que el arsénico.
Ese veneno que se va
acumulando en el organismo de manera progresiva, no es otro que el arsénico, es así que aunque
no hubiera grandes cantidades de esa sustancia en el papel pintado, lo cierto
es que con los años se va convirtiendo en la principal causa de graves
problemas de salud, con posibilidad de muerte. Tres gramos son suficientes
bastan para matar a una persona, Kedzie lo
sabía y por ello inició una campaña para alertar del uso industrial del
arsénico, no tuvo mucho éxito por lo que se dio cuenta que necesitaba un golpe
de efecto.
Nació entonces Shadows from the Walls of Death. Recorrió
todas las casas que pudo donde sabía que tenían papel pintado tóxico y logró
conseguir varias muestras, las cuales cortadas en tamaños homogéneos fueron
encuadernadas y presentadas como libros, fueron cien ejemplares que quedaron
vistosos y hasta bellos. Personalmente los distribuyó y las llevó a las
librerías de la ciudad, anunciando su toxicidad en cada uno de ellos con la
siguiente cita bíblica:
Y
examinará la plaga; y si se vieren manchas en las paredes de la casa, manchas
verdosas o rojizas, las cuales parecieren más profundas que la superficie de la
pared, el sacerdote saldrá de la casa a la puerta de ella, y cerrará la casa
por siete días. Y al séptimo día volverá el sacerdote, y la examinará; y si la
plaga se hubiere extendido en las paredes de la casa, entonces mandará el
sacerdote, y arrancarán las piedras en que estuviere la plaga, y las echarán
fuera de la ciudad en lugar inmundo.
El médico fue más allá, pues
se encargó de publicar un falso comunicado diciendo que una mujer se había
envenenado al hojear uno de sus libros Fue parte de su genial campaña de concienciación sobre el uso del
arsénico. Los resultados paulatinamente fueron evidentes, pues se fue abandonando
el uso de este veneno en productos de uso diario.
Existen dos ejemplares de
este libro, cuyas ochenta y seis páginas
no contienen palabra alguna, excepto la cita bíblica. Se asemeja a un catálogo
de papel tapiz.
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